En mi viaje a Cuba de hace unos años, hubo algo que me llamó
gratamente la atención, fueron los “paladares”, restaurantes que surgen de la
necesidad de conseguir algún dinero, dando de comer en tu propia casa. Fui a
alguno de ellos y a parte de buena comida, el trato era amable y cercano.
Realmente fue una experiencia muy grata.
Actualmente, se está
empezando a oír hablar de las nuevas
tendencias de restaurantes “Pop Up” o los “Restaurant Day” en Finlandia. Las
nuevas tendencias están más cerca de lo que
pensamos. El "Mealsurfing", compartir
la mesa y la comida en tu casa, puede
convertirse en una amenaza difícil de parar, para los restaurantes de toda la
vida.
Lugares como Nueva York emprendieron ya el año pasado
tendencias de Kitchensurfing.
Intuyo que, en España
donde la gastronomía es tan importante y la cultura gastronómica se ha forjado en los fogones de numerosas
personas que aman la cocina, este concepto podría irrumpir con fuerza, y ya no
digamos teniendo en cuenta nuestra profunda crisis, eso sí, aún con
connotaciones algo “clandestinas”.
No hablo de un servicio de catering en casa, sino de un
grupo de personas que no se conocen entre sí y que coinciden en casa de un tercero
para comer o cenar a un precio más económico, probando también diferentes especialidades
gastronómicas. Casos de gastronomía social, surgidos del boca oreja, o bien por
las consabidas redes sociales.
¿Sería posible en España que alguien pudiera abrir su casa
los fines de semana para montar un restaurante privado? Las posibilidades, tipos de cocina y
ambientes, son infinitas. Pocos comensales tratados con un esmero y detalle
fuera de lo común, con especialidades gastronómicas innovadoras o de “toda la
vida” como si estuvieras en tu propia casa.
Las normas sanitarias y legalidades burocráticas la mayoría
de veces impiden iniciativas revolucionarias como esta en España, pero los
vacíos legales también tardan mucho tiempo en legislar este tipo de conceptos.
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