Cuando se nos presentó la oportunidad de tener el denominado
Mejor Restaurante del Mundo a la vuelta de la esquina, nos lanzamos a la idea
de poder disfrutar de ese distintivo, fuera al precio que fuera. Hace un año hicimos la reserva y por fin llegó el momento,....
Contentos y emocionados llegamos al
restaurante. A nuestra llegada allí estaban, dos de los hermanos Roca. Trato agradable y muy cercano sería lo que destacaría nada más llegar.
Empezamos a conversar y al saber que éramos del "gremio", nos invitaron a ver sus instalaciones. Los secretos mejor guardados de un restaurante está en su backstage y en el engranaje de su operativa.
Una vez en la mesa comenzó el festival, nunca mejor
dicho porque ese era el nombre del menú que elegimos para cenar toda la mesa.
Los aperitivos muy creativos y sorprendentes.
Según pasaba la noche nos faltó algo de hilo musical de
fondo, pero el restaurante en sí, distribución y decoración, nos parecieron muy
acertados.
No oímos ninguna pisada de los camareros ni las
sillas de los clientes (detalle de alfombra bajo la mesa), pero contrastaba con el ruido
de platos y cubiertos, algo que, en muchos
restaurantes todavía no se ha resuelto, pasando irremediablemente, por el cuidado que pongan
los camareros.
A lo largo de la velada, destacaría la calidad del producto, la elaboración de los
platos, y la gastronomía en general, aunque faltaría una vuelta de mejora en
algunos detalles del servicio. Son muy amables, pero cometieron algún error
de los que no se pueden permitir en el Mejor Restaurante del Mundo.
Como conclusión, la visita se convierte en una experiencia inolvidable
pero para nosotros lo mejor fue el recibimiento y la despedida que mantuvimos con los hermanos
Roca.
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